lunes, febrero 11, 2013

El acorde atmosférico



Esta mañana me ha sobresaltado muy temprano la mal redactada noticia de la "muerte" de Eugenio Trías. Qué poca estética y ninguna ética, con lo fácil que lo tenían: "la muerte es un espacio en blanco entre dos aforismos", decía él. Pero para evitar "Eugenio Trías se encuentra en un espacio en blanco", diremos sin más que se ha ido al cielo. 
Porque en eso estaba cuando se ha ido, preparando el viaje. Lo ha hecho a conciencia: con Mahler de compañero y de guía. Si hubiera que ordenar según La edad del espíritu su ingente obra escrita, quizá le gustaría que lo último antes de partir fuera la tercera que en ABC publicó titulada "El acorde atmosférico".
Allí recorre la Octava de Mahler como sólo lo pueden hacer los superhombres de verdad: musicalmente. Musicalmente. Y lo dice todo. ¡Todo!, todo...
 "La Octava sinfonía deriva, como dijo un Arnold Schönberg asombrado y extasiado, de un único pensamiento plasmado en la frase musical que acompaña al Veni Creator Spiritus"
"En la Octava sinfonía se pone a prueba lo que se postuló en la sinfonía "Resurrección". La apelación a la conciencia creyente pasa ahora por el crisol que la purifica. La afirmación rotunda ("Resucitarás, pues todo lo que vive ha de morir, pero todo lo que muere tiene que resucitar"). 
"Es una voz monótona que se ahoga en el silencio inmenso que la circunda. Solo balbucea una suerte de "aom" musical que promueve, como dice el compositor inglés Benjamín Britten, un "acorde atmosférico".
Lo dice todo, y  todavía algo más para subrayar la superación del "límite" del pensamiento, ese concepto tan suyo -y tan ilimitado-. Y ese algo más es acordarse ahí, en la música, de Juan Ramón y de su Dios deseado y deseante, del que alguna vez ya comentamos en este blog. Pero parece acordarse casi más -aunque humilde y silenciosamente, como se van los grandes- de esto otro: 
"Los dioses no tuvieron más sustancia que la que tengo yo..."

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