Nada como un día de ira y furor para encontrar a Mozart en este concierto para piano y orquesta nº 20 en re menor (K.466). Léase bien: en re menor. Todo gira en torno a esa gravedad de la tonalidad menor, que tanto juego dio en los sturmisch (Ditters von Dittersdorf, Haydn, el propio Wolfgang...).La sombra de Goethe es alargada (también en música).
Las cadencias del tutti presentan algunos momentos de auténtico nocturno para el piano. Pero la noche se rompe en cada golpe de trueno y relámpago (los ff de la orquesta). Seguramente las interpretaciones postrománticas nos han modelado un concierto de gran orquesta a lo Beethoven de las últimas sinfonías, y ello ha contribuido a desdibujar la idea original de 1785.
Lo cierto es que también nos vale. Esta interpretación de Marta Argerich está en esa línea -aunque yo tengo una de un tal Malcolm Bilson que me gusta mucho más- y ojito con otras de Chick Corea, que ha llegado a hacer diabluras con la particella original. Este último sabe jugar mejor que nadie con la cadenza libre, como dispuso Mozart.
Así como los primeros conciertos de Wolfgang tenían como destinatario el clave, aquí ya vemos cómo se defendía con la escritura para piano. No hay que olvidar que era el preferido de Ludwig.
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