Keats-Kavaffis: la vocación clásica

Con la llegada del otoño, la vuelta al ciclo anual de nostalgias y melancolías. Reflexiones, sueños, ilusiones. Nada mejor que un poco de poesía en esta tarde del sábado de tormenta y cielo gris. Leyendo un poco de Keats (en traducción de M. Manent) Sobre la melancolía:

¡Oh, no! No te dirijas al Leteo; ni tuerzas

acónito de duras raíces, por su jugo

venenoso; ni dejes que tu pálida frente

bese la belladona, el racimo encarnado de

Proserpina [...]

Vive con la Belleza -la Belleza que muere-

y la Alegría, siempre con la mano en los labios

para decir adiós [...]

¡ah!, y en el propio templo del Deleite, velada,

tiene Melancolía su altar señero, visto

sólo de quien, con lengua tenaz, quebrar supiere

uvas de la Alegría en su paladar fino:

su triste poderío bien gustará aquel alma,

y penderá entre aquellos trofeos nebulosos.

De románticos a modernistas, siempre el verso de Kavaffis (Ítaca):

Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca

debes rogar que el viaje sea largo,

lleno de peripecias, lleno de experiencias.

No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,

ni la cólera del airado Posidón.

[...]

No has de esperar que Ítaca te enriquezca:

Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.

Sin ella, jamás habrías partido;

mas no tiene otra cosa que ofrecerte.

(trad. de José Alsina Clota)

Hay algo de Keats en Kavaffis: la vocación por la antigüedad (con una lente modernista, eso sí), la llamada imperativa, y el protagonismo del viaje. En Keats el viaje es la expresión del sentimiento, del mundo interior, de los matices de la melancolía y de la belleza como expresión de los sentidos (el alma).

En Kavaffis, hay un poco de una nostalgia fría, y un mucho de vitalismo positivo, expresión decadente de un realismo trasnochado. En definitiva, un viaje a lo clásico desde dos vías distintas: un lenguaje depurado en Keats y un discurso abierto en Kavaffis, pero con una perspectiva turística necesaria este Otoño postvacacional.