Fantasmagorías de acordes. Comienzos de sinfonías, cuartetos de cámara y dúo de violines. Todo eso se escucha en la obra de Alfred Schnittke. Danzas del XVIII, retratos de monarcas ilustrados, marcos dorados y largas alfombras púrpura. Desde la biblioteca, inmensos jardines y fuentes radiantes de luz y color.
Los niños corretean al escondite entre las simetrías infinitas de los setos. Un pizzicato por aquí y una sinfonía 40 por allá. Un minueto por aquí y un Haydn por allá. Un Mozart por aquí y un Schnittke por allá. Música del dieciocho proyectada hacia el veinte. Pieza de humor, ironía y clasicismo mágico.
Dedicada al violinista Gidon Kremer, fue compuesta en 1977. Un título expresivo para una audición fastuosa, gratificante y sorpresiva.
4 comentarios:
Muy buena entrada: ¡enhorabuena!
A mí no me suena de nada, salvo Gideon Kremer, que me suena de una época en que oía a Arvo Pârt ¿puede ser de eso de lo que me suena?
Un abrazo
ARP
Ah, yo cambiaría 'sorpresiva' por 'sorprendente', pero son manías mías.
Ya en ello, puedes borrar si quieres los comentarios basura que se generan por ordenador; como el de grogal; si borras varios dejan de dar la lata (al menos es mi experiencia)
"Sorpresiva" es mejor, ya que le da un toque Nagoreriano que lo inmiscuye de un halo de impotancia supina.
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