miércoles, noviembre 21, 2012

"Fincó los inojos"


Acusado por sus traidores y desterrado por el rey, el Cid, "con lágrimas en los ojos", emprende su salida de Burgos. Sólo una niña de nueve años -la inocencia- le reconoce y le advierte de las duras amenazas reales a quien osare abrir las puertas al Campeador.  Como buen caballero cristiano, nos cuenta el culto juglar que:

Esto la niña dixo e tornós' pora su casa.
Ya lo vee el Çid, que del rey non avié graçia,
 partiós' de la puerta, por Burgos aguijava,
 llegó a Santa María, luego descavalga,
fincó los inojos, de coraçón rogava.

La fuerza de este fragmento es de emoción profunda: merece la pena detenerse aquí, como lo hace el burgalés, e hincarse de rodillas ("fincó los inojos") para adentrarse en el prodigio literario que se ofrece: el sufrimiento contenido de introspectiva psicológica -que dirían los modernos- de la buena. Excelente: "de coraçón rogava".

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