jueves, enero 28, 2010

Adónde te escondiste

Kandinsky: ""La armonía de los colores debe fundarse
únicamente en el principio del contacto adecuado con
el alma humana, es decir, en lo que llamaremos
el principio de la necesidad interior."



El lunes les explicaba a mis alumnos de bachillerato el Cántico espiritual de San Juan de la Cruz:

¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste
habiéndome herido;
salí tras ti clamando y eras ido.

Les contaba lo de la referencia a Horacio (los clásicos), el uso de la lira, la relación con el Cantar de los Cantares, quién es el Esposo y quién es la Esposa, la divinización de la naturaleza y el entorno bucólico (más clásicos). Lo que no les conté fue lo que me pasó por la tarde el mismo lunes.

Venía yo de la academia de oposiciones por la línea 4 del metro y me fijé en uno de los tantos pedacitos de literatura que el ayuntamiento reparte por los vagones: Gelman, Gil de Biedma, Valle-Inclán, Cervantes... pero yo me quedé con el que tenía enfrente, que llevaba dibujada una partitura debajo del poema. Claro, me acerqué... y allí estaba (otra vez):

Mi Amado las montañas,
los valles solitarios nemorosos,
las ínsulas extrañas,
los ríos sonorosos,
el silbo de los aires amorosos,

la noche sosegada
en par de los levantes de la aurora,
la música callada,
la soledad sonora,
la cena que recrea y enamora.

Igual esa "música callada" era un fragmento de la ópera que se estrenó en 1991 según se cuenta aquí; o igual no. Habrá que indagar...

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