lunes, mayo 25, 2009

Oh when the Saints...


Escuchar Radio 3 y algo como “Tears in the wind” en la noche del domingo regala a las grandes novelas su perfecta banda sonora. Aprendiendo a caminar (o quizá mejor ‘echando a andar’).

La novela tiene ya su argumento: se escribe cada día en las calles de algún sitio de cualquier ciudad, pero con tanta luz en mi Madrid filipino que casi no la imagino en otra dependencia.
Una joven americana paseando a la Miss Daisy castiza Andrés Mellado arriba, Gaztambide abajo, Guzmán el Bueno arriba, Fernández de los Ríos abajo.
O sentadas en un banco, escuchándose sus silencios la una a la otra, a veces algo de familia: de la que está allí, de la que no está aquí…
Pequeños bostezos de sonrisas y, a veces, grandes sonrisas infinitas. Qué bello es vivir.
El tipo del saxo siempre en la esquina del Santander. Sabe mucho o quizá casi nada. Apenas viejas improvisaciones, pero no suena mal del todo (no me importa oírle el
“Oh, when the Saints…” ).
Casi sin quererlo surge un diálogo euroamericano: nos traen la prudencia de su sonrisa, mucho más poderosa que las quejas de nuestra historia –siempre con lo de la Vieja Europa, ¡como si supiéramos tanto que ya pocas cosas…!-

Esa América inocentona y crédula no sabe un carajo del mundo, pero, caray, ¡se acuerdan tanto de su familia! Y cómo sonríen.

1 comentario:

Uqbar dijo...

Aunque difiero un poco del saxofonista, el día a día de mi ventana también observa ese capítulo cotidiano. Las abuelas, las paseadoras, el mismo Madrid que galopa en silla de ruedas por la pendiente abajo de los años. Adelantaríamos mucho si comprendieramos que esos sudamericanos nos están devolviendo al visita.