domingo, marzo 29, 2009

Tiramisú


El domingo es la medida de toda la semana. Tiene en ella su propio principio y su fin. En Madrid lo saben bien los americanos, que inundan las calles de fiesta y merengue. Capaz de celebrarse a sí mismo, bien merece un buen sol.

Y ayer el domingo era inmenso de vida: una gran tarta para repartir en siete porciones, disfrutando nata, chocolate, tiramisú...

Naturalmente está el metro, pero si uno no tiene demasiada prisa puede coger en Atocha el 37 o el 45, esperando que esté un poco vacío para sentarse al fondo, un poco elevado sobre los taxis y ver el botánico, o El Prado, o Neptuno, La Bolsa, Cibeles y Alcalá para girar antes de llegar a Colón a la altura de la Biblioteca. Y observar a los seres humanos disfrutando -o no- del domingo.

Donde Neptuno mira a San Jerónimo psicofonías de armónicos celestes: "Sólo le pido a Dios... que el aborto no me sea indiferente..." y la sonrisa de la gente. Quizá algo de Coldplay y su "Viva la vida".

Como la parada del ómnibus estaba al final de la Cuesta Moyano, me acerqué a la única caseta que permanecía abierta a las siete y pude ver una edición muy cuidada con poesía de Carmen Conde, aunque me llevé un librito de Adorno sobre sociología de la música.

Claro, que siempre se puede coger el metro.


1 comentario:

LGimenez dijo...

adorno?? tío, cómo te pasas, vaya puro...