Querido Pablo:
Mamá ha muerto. He despedido a la familia esta tarde. No te imaginas la de jaleo que ha dado lo del entierro: la casa llena de invitados, platos, vasos y cubiertos para ocho ¿te imaginas? ¡para ocho! yo, con la acostumbradita que estaba a comer sola desde que mami enfermó... Bueno, una odisea. Tenías que ver la cara que puso el tío Juan cuando le dije lo de tu beca a Leipzig, casi le da algo. Que se alegra mucho por ti, que siempre dijo que tú eras el único sobrino responsable que tenía... En fin, ya sabes como se pone de nostálgico. Por cierto ¿qué tal con tu alemán? bah, qué tontería dudar de tu alemán, seguro que ya vas por el último capítulo del libro de Schopenhauer. Siempre fuiste tan trágico... Yo, en cambio, no te creas que llevo lo de mamá tan mal, ahora me estoy dedicando a limpiarlo todo de arriba a abajo. ¿A que no sabes lo que encontré en el armario empotrado? tus coches de miniatura. Nunca me dejabas jugar con ellos, porque tú decías que las niñas teníamos que jugar con las muñecas. Con lo aburrido que era lo de peinarlas y todo eso. Pero tú hacías lo que querías porque mamá siempre te defendía. Sin embargo a mí papá no me quería tanto...
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