"Escucho los colores. Veo la música". Podría decirse de Messiaen que es el compositor de la sinestesia musical, su creador. Late en él la sensibilidad de un niño, la percepción caótica del cosmos. Pero todo ello es impulso, sustancia que evoca la realidad divina de las cosas.
El camino vital de Messiaen es de esos que abren y cierran un siglo. Prisionero de un campo de concentración durante la ocupación nazi, permaneció casi siempre en su puesto de organista de la Sainte Trinité de París. Su fascinación por los pájaros le llevó a dedicar horas de estudio a la ornitología. Creía ver en ellos a los "maestros" que debíamos escuchar.
Decía Messiaen:
“Uno de los grandes dramas de mi vida consiste en decirle a la gente que veo colores cuando escucho música, y ellos no ven nada, nada en absoluto. Eso es terrible. Y ellos no me creen. Cuando escucho música yo veo colores. Los acordes se expresan en términos de color para mí. Estoy convencido de que uno puede expresar esto al público.”
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