
Quitemos el Belén de nuestras casas, saquemos de nuestros hogares a esos malvados e inanimados seres que tanto daño nos hacen. Cuidado con la mula, y del buey ni hablar. Basta ya de decoraciones ridículas, musgos y campanillas de luces... Austeridad ante todo, por favor.
Eso sí: vamos corriendo al Corte Inglés ("Ven acá corriendo, que el chocolatillo..."), que se acaban los regalos, los trajecitos, los vestiditos, las corbatitas, los zapatitos -Ay, mujer, ¿qué me pongo para ir al cotillón en Nochevieja?-, etc...
Intentemos extraer una reflexión sensata: no es que saquemos el Belén de nuestras casas, es que sacamos todo lo que nos recuerde una navidad donde la reunión, la vida en familia -y en amigos- era más importante que todo ejercicio simbólico y ridículo de compras compulsivas. Pero es más fácil parapetarse en lo segundo que buscar lo primero.
Pues quiero decirles algo: eso, señores, no es ni será nunca una Navidad. Además, qué tontería: pudiendo tener una sociedad abierta -y democrática- llena de borregos indefensos ante la tarjeta de crédito, para qué invitarles a pensar si pueden estar comiendo basura tan felices.
Seamos buenos, cristiana o musulmanamente, pero, oigan, pongámosle a esta Navidad un poquito de sentido común, y un muchito de sentido práctico. Amor y paz en estas fechas para todos. Feliz Navidad y feliz año nuevo 2007.
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