
El último filme de Woody Allen es una historia de amor, desamor y muerte; como casi todas las demás. Lo que hace diferente a la obra es que estos elementos se conjuran para ofrecernos una tragedia nueva, moderna, pero con un toque de belleza clásico, universal. Aquí reside el encanto de 'Match point'.
La continuas incisiones del aria de Caruso conceden al cuerpo de la película un carácter episódico habitual en Allen. La fragmentación temporal es espléndida: la forma en que secciona y presenta los sucesos es de una gran calidad cinematográfica.
Todo ocurre como si de una ópera italiana se tratara: la contemplación de la belleza, la magnitud de los momentos, el valor de las palabras y la fragilidad de la vida.
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