El ser humano es el transgresor de la naturaleza por antonomasia: el conocimiento del lenguaje, la conciencia del 'yo' y la capacidad de autodestrucción le otorgan un lugar un tanto especial en la cadena alimentaria.
Por ello, el arte es la consecuencia inmediata de un ejercicio dialéctico entre la creatura y su (creator). Es el arte el que permite al hombre alcanzar una trascendencia necesaria, virtual, pero efectiva.
La vida es un juego de proyecciones donde casi lo único que cuenta es la partida central: en la dimensión cronotópica planteada desde la condición humana tiene lugar la jugada siguiente, el próximo movimento, la elección necesaria y lógica.
Este devenir reviste un inevitable problema existencial: la asimilación de lo anterior. El arte es el que permite escapar porque ofrece un nuevo pan-orama neutro, una perspectiva alternativa al 'black hole' que es la vida, ó 'la vie'.
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