Volver a El pianista es volver a Chopin, y darse cuenta del indiscutible acierto de Polanski en la elección de sus temas.
El compositor abandona Polonia en 1830 por el estallido de la revolución. Nunca regresará. Pero su música fluye en polonesas, mazurcas, estudios, nocturnos y baladas... La música de Chopin avanza en los dedos de un tal Szpilmann sobre un fondo de bombardeo continuo. Ésta es la idea: una música maravillosa en una realidad dramática.
Habita en Chopin un alma romántica en estado puro: la voluptuosidad de sus arpegios, la sensibilidad de su piano y la magia de frases que se encadenan en un discurso complejísimo nos hablan del gran rapsoda del XIX.
Esa música etérea revela, por otra parte, una gravedad solo vista por Schumann: "cañones sepultados por flores".
El compositor abandona Polonia en 1830 por el estallido de la revolución. Nunca regresará. Pero su música fluye en polonesas, mazurcas, estudios, nocturnos y baladas... La música de Chopin avanza en los dedos de un tal Szpilmann sobre un fondo de bombardeo continuo. Ésta es la idea: una música maravillosa en una realidad dramática.
Habita en Chopin un alma romántica en estado puro: la voluptuosidad de sus arpegios, la sensibilidad de su piano y la magia de frases que se encadenan en un discurso complejísimo nos hablan del gran rapsoda del XIX.
Esa música etérea revela, por otra parte, una gravedad solo vista por Schumann: "cañones sepultados por flores".
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