Fue Protágoras quien le susurró al arquitecto valenciano que "un hombre es la medida de todas las cosas". Despertando del sueño, Calatrava se incorpora a la mesa y traza el diseño de un nuevo edificio, casi humano. Recogido en el silencio inaudible de quien todo lo escucha se dispone a proyectar un esbozo de materia en movimiento, un giro de perspectiva, una curva recta, muy recta.
Quizá la obra de Santiago Calatrava (Valencia, 1951) es lo más parecido a un intento por dar vida a realidades inertes: en sus puentes, en sus estaciones, en sus ciudades de... Como un David en el cuerpo de Goliat.
Lo cierto es que las construcciones de Calatravan pueden hablarte al oído, muy despacio, como soplo de aire en una siesta primaveral, como una sinfonía del viento en piano, muy piano.