jueves, agosto 17, 2006

Paul Klee (1879-1940).


A medio camino entre Kandinsky y Mondrian, Klee presenta una pintura nueva, genial, necesaria. Toda su obra es una lucha entre lo racional geométrico y lo irracional sentimental.
El dilema Apolo-Dioniso se traduce como la dialéctica entre la recta y la curva o, como decía Jung, el cuadrado y el círculo.
Lo distinto, lo realmente auténtico y sincero en Klee es su capacidad infinita para aunar dos elementos, a priori opuestos, en un mismo plano. El problema geométrico-sentimental es resuelto por el artista de la mejor de las maneras: a partir de un espacio rectilíneo, objetivo, de colores cálidos, logra ofrecer un ámbito de lo fantástico cercano a lo humano.
Y he aquí la visión universal que para el mundo nos ha legado este músico -excelente violinista-, profesor de la Bauhaus y felizmente pintor para nuestros oídos artísticos.
Por encima del pintor, del músico y del profesor, en Klee hay un ser humano que respira por toda su pictórica.

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