miércoles, junio 15, 2005

Panegírico a don Jaime


Conmueve profundamente la noticia de la muerte de Jaime Campmany. Ha muerto a los ochenta años de edad -recién cumplidos- y con el último artículo escrito y publicado póstumamente en ABC.
Campmany era un magnífico columnista, que hacía, de la devoción al arte, un ejercicio cotidiano de maestría y temple. Riqueza léxica, exactitud de conceptos, amplitud de miras, sarcasmo, ironía cervantina, tinta en las venas y rayo de inspiración.
Cada día un artículo, una columnita, la perla del periódico, el placer deleitoso de la lectura grave y profunda.
La musicalidad de su prosa, la fiereza de sus párrafos, la exactitud de sus versos -ah, aquéllos de cabo roto-, la nostalgia de lo sutil y lo breve, lo excelso de su pluma.

Quién como don Jaime, la caricatura, lo cómico y lo brillante.
Quién como don Jaime, el hilo infinito de su texto.
Quién como don Jaime, la flor de la mañana.
Quién como don Jaime, su pensar en España.

ABC pierde a un excelente crítico y a un excelente hombre. El lector, a un compañero de fatigas, a un amigo con el que se deleita uno con sólo escuchar.

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